La tristeza y la ira

Érase una vez…

En un reino encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta…
En un reino mágico, donde las cosas no tangibles, se vuelven concretas…

Había un estanque maravilloso. Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores existentes y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente… Hasta ese estanque mágico y transparente se acercaron a bañarse haciéndose mutua compañía, la tristeza y la ira.

Las dos se quitaron sus vestimentas y desnudas, las dos, entraron al estanque.
La ira, apurada (como siempre está la ira), urgida -sin saber por qué- se bañó rápidamente y más rápidamente aún salió del agua…

Pero la ira es ciega, o por lo menos, no distingue claramente la realidad, así que desnuda y apurada, se puso, al salir, la primera ropa que encontró…
Y sucedió que esa ropa no era la suya, sino la de la tristeza…

Y así vestida de tristeza, la ira se fue.

Muy calmada y muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y sin ningún apuro (o mejor dicho sin conciencia del paso del tiempo), con pereza y lentamente, salió del estanque.

En la orilla encontró que su ropa ya no estaba.

Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo, así que se puso la única ropa que había junto al estanque, la ropa de la ira.

Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la ira, ciega, cruel, terrible y enfadada, pero si nos damos el tiempo de mirar bien, encontramos que esta rabia que vemos, es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la ira, en realidad… está escondida la tristeza.

Detrás del disfraz de la ira, en realidad… está escondida la tristeza.

David Alpuente Pradas (1969).

Valenciano de cuna, fincarrojeño de alma, bañista atrevido. Futbolista, psicólogo, formador. Buscador, disfrutón, meditador. Experto en liderazgo, Creador de Alper Consultores. Aprendiz agradecido de la Vida.

Diego L. Rodríguez (1994).

Socorrista en Londres, camarero en Ibiza, fontanero en Amsterdam. Ingeniero industrial, MBA, escritor y poeta apasionado, gestor de talento. Silbador agradecido, aprendiz casi siempre, soñador práctico. Feliz.

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