Vives en un mundo en el que mostrarse vulnerable parece ir contra las reglas. Sin embargo, la vulnerabilidad es lo más humano que tienes. Toma conciencia de que pedir ayuda es un acto de valentía y un gesto de humildad. Si te das el permiso interior y pides ayuda, el Universo pronto abrirá ante ti un abanico de posibilidades que hasta hoy te parecía inalcanzable.
Pedir ayuda es una muestra de fortaleza y humanidad.
Percibes la realidad de acuerdo con tus experiencias previas, tus prejuicios y hasta el modo en que tus predecesores (esos que han dejado las Huellas que hoy sigues) enfrentaban las vicisitudes de su Vida. Eso es a lo que llamamos el mapa del mundo: un gran cúmulo de creencias grabadas en tu subconsciente. Es algo así como el par de gafas que definen el modo en el que percibes el mundo y a las personas a tu alrededor, y que te hace interpretar los acontecimientos de tu vida.
Presta mucha atención: es importante que seas consciente de que algunas de esas creencias son limitantes. Te atan e impiden que te des algunos permisos interiores, como el de pedir ayuda para afrontar un momento vital retador. Tu gran desafío reside en identificarlas primero, cuestionarlas, y si así lo decides, abrirte a cambiarlas o transformarlas para disfrutar de una vida más plena.
Recuerda: los límites están solo en tu mente. Si logras desatar esas cadenas mentales que te llevan a pensar en ti como en una persona débil, podrás pedir ayuda. Pronto advertirás que este acto es una muestra de humanidad, de humildad, que implica aceptarse como una persona vulnerable e imperfecta. Y, asimismo, supone volver a confiar en el prójimo y en ti mismo.
Afronta tu miedo al rechazo.
Es una de las principales razones por las que pedir ayuda te cuesta tanto. Muchas veces prefieres privarte de algo en lugar de crear la oportunidad de obtener un «sí». Sin quererlo te privas de tener aquello que deseas o necesitas, viendo pequeños obstáculos como abismos infranqueables. Pon fin a esta autolimitación que te impones. Tu reto es romper con esas creencias y mostrarte ante los demás —y ante ti mismo, ante el espejo— tal cual eres: con tus fortalezas y vulnerabilidades; con tus luces y tus sombras.
Nadie es perfecto y, menos aún, autosuficiente. El ser humano, como ser social que es, requiere desde que nace de la ayuda de quienes lo rodean. Y te sorprendería cuántos de ellos están dispuestos a brindarla desinteresadamente. Anímate a pedir a alguien que te eche una mano. Sí, atrévete y pide ayuda. La oportunidad de cumplir tus deseos y vivir más plenamente está en tus manos. Y, de verdad, por mucho que a priori te parezca todo lo contrario, es fácil.
Confía en la bondad propia y del prójimo.
La vulnerabilidad es una cualidad propia del ser humano. La Vida te exige ser valiente y conocerte a ti mismo. ¿Para qué? Justamente, para darte cuenta de quién eres de verdad. Porque aceptar los propios límites te ayuda a abrirte al Universo y sumergirte en la aventura que es el propio vivir.
Esto requiere confiar en ti mismo y, simultáneamente, en quienes caminan a tu lado. Las alegrías compartidas, así como los dolores en compañía, se viven mejor.
Sentirse vulnerable es normal; y pedir ayuda, algo esencial para salir adelante. Al pedir ayuda a una persona demuestras confianza en ella y creas la oportunidad de que haga algo que contribuya a tu bienestar. Lánzate al Universo que te aguarda más allá del miedo al rechazo y atrévete a decir «te necesito». Verás que así se romperán las barreras mentales que te detienen, y al fin podrás salir al mundo a dejar tus valiosas Huellas.
Si logras cambiar tu mapa del mundo, vencer tu miedo al rechazo y aceptar tu vulnerabilidad, podrás abrirte a los demás y encontrar la ayuda y la aceptación —sobre todo propia— que necesitas. Verás que el mundo es generoso contigo, y tú puede serlo con él.
Ninguna persona es una isla, para una buena vida todos necesitamos apoyo.
David Alpuente Pradas (1969).
Valenciano de cuna, fincarrojeño de alma, bañista atrevido. Futbolista, psicólogo, formador. Buscador, disfrutón, meditador. Experto en liderazgo, Creador de Alper Consultores. Aprendiz agradecido de la Vida.
Diego L. Rodríguez (1994).
Socorrista en Londres, camarero en Ibiza, fontanero en Amsterdam. Ingeniero de emociones, escritor y poeta apasionado, gestor de talento. Silbador agradecido, aprendiz casi siempre, soñador práctico. Feliz.